Empezar la guardería no debe ser una experiencia desagradable si tomamos algunas medidas. Las reacciones de los niños ante esta nueva etapa dependen de cómo gestionemos la situación los adultos. Si te preocupa el inicio de tu niño en la guardería, entonces el artículo de hoy te será útil. Compartimos consejos de expertos para ayudarte a vivir de manera feliz (sin drama) el primer día de guardería.

Cuando el bebé tiene menos de 10 meses, el proceso de adaptación a la guardería es más fácil puesto que no es consciente totalmente de su situación. Entre los 12 y 18 meses sí que sufren la separación y lloran bastante: a partir de los 18 meses son capaces de entender que la separación es temporal y pueden entrar con un poco más de entusiasmo en la guardería.

Lo más difícil para los pequeños es separarse de los padres y entrar en un sitio nuevo, con personas desconocidas y hacer actividades que retan sus inteligencias.

Por todo lo anterior, el éxito en el primer día de la guardería depende de cómo controlemos los factores desconocidos e introduzcamos hábitos previamente que nos faciliten los cambios.

 

¿Qué hacer para empezar la guardería y que se adapte rápido?

 

Los padres tienen la responsabilidad de hacer que el primer día de la guardería sea una experiencia positiva.

No se deben manifestar miedos, tristezas o angustias pues el niño nutrirá estas emociones y todo se complica. Aunque te sientas culpable, aunque creas que nadie lo cuida mejor que tú… la guardería es un tema sobre el que debes hablarle en positivo y con entusiasmo.

Las tácticas cambian según la edad del pequeño/a. Vamos a hablar de cada una de ellas 😉

 

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Empezar la guardería con 8 meses

 

Si tiene menos de ocho meses el niño percibe tu ausencia, aunque no lo manifiesta de forma evidente. Limita las horas en la guardería al mínimo. Deja en la cuna algún juguete de casa y una ropa con tu olor.

Cuando lo tengas en el hogar aumenta la proximidad. Dale más mimos. Cárgalo mucho con besitos y abrazos. Habla dulcemente y sosiégalo. Si notas algunos cambios (irritabilidad, insomnio…) y estos persisten más de tres semanas, te aconsejamos revisar con el centro qué está pasando.

 

Empezar la guardería con más de 12 meses

 

Cuando tiene más de un año sus reacciones son más intensas si percibe la amenaza de la separación. Dale tiempo para que se familiarice con el centro y la educadora o educador.

Es recomendable que juegues con él o ella en la guardería. Aprovecha para presentarle el espacio. Explícale todo lo bueno que le espera allí. Prueba a dejarlo unas pocas horas (1 o 2) y observa sus reacciones. Despídete de forma breve. Dile la verdad de porqué te marchas y la hora en que regresas.

Jamás te vayas a hurtadillas y lo dejes entretenido con los juegos. Cuando tu hijo perciba que estás lejos llorará más y con razón. Este tipo de comportamiento lo asusta y le genera inseguridad.

Cuando lo recojas duplica tus atenciones y gestos de cariño. Háblale en positivo de la guardería, los educadores y los otros niños. Felicítale y muestra entusiasmo por esta nueva experiencia. Si el niño se mantiene triste, callado o esquivo dale tiempo para digerir el cambio y las emociones.

 

Empezar la guardería con más de 2 años

 

A esta edad comprenden mejor las separaciones temporales y tiene más autonomía. Como en los casos anteriores, es aconsejable hacer una aproximación progresiva.

Recuerda que tu mejor aliado/a es el/la educador/a. Presta atención a sus recomendaciones. Pregúntale por las actividades del niño y qué puedes hacer en casa para que regrese más contento al día siguiente.

Si durante la jornada ocurrieron caídas, golpes o algún accidente, sé cuidadosa en cómo te expresas al respecto ante tu hijo o hija. Siempre comenta estos incidentes en privado con el/la educador/a. Y cuando llegues a casa, mientras lo mimas, utiliza algunos de nuestros productos Nosa para el alivio de moretones y golpes .

Insistimos: después de una jornada en la guardería sé más amable y comprensiva que nunca. Son días emocionalmente fuertes para todos.

Otro aspecto importante es evitar las prisas. Procura que las mañanas sean relajadas: dale tiempo para despertar, desayunar juntos, vestirle con ropas cómodas y que le gusten. Luego en la calle convierte el trayecto en un paseo, que no tengas que ir corriendo ni tirando de él o ella por las calles.

Tú eres la referencia más importante para tus hijos y en esa etapa lo que no pones en palabras ellos lo perciben a través de tu lenguaje corporal. Los niños observan y crean empatía con tus emociones. Por tanto, es importante que te prepares para dejar a un lado la inseguridad, la pena, el sentimiento de culpabilidad y los miedos.

Tus actos dejan huellas en tus hijos. Toma conciencia de lo que haces y dices, así lo ayudarás más.

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