A los peques les encanta disfrazarse y ahora que se acerca el Carnaval lo podremos disfrutar toda la familia juntos. Pero más allá de la diversión, disfrazarse es una actividad siempre recomendable para los más pequeños porque aprenden muchísimas cosas, sobre ellos mismos y sobre el mundo que les rodea.

 

IDENTIDAD Y LÍMITES

Cuando un pequeño decide ponerse un gorro, o una nariz de payaso, o los zapatos de mamá está experimentando con su identidad y la de los demás. Disfrazarse le permite ir más allá de sus límites, más allá de lo que esperamos de él o de ella. Les ayuda a investigar sobre sus propias capacidades y también favorece su creatividad. Detrás de cada personaje, detrás de un disfraz, hay una historia que ellos pueden inventar, escenificar y compartir.

 

LA IMPORTANCIA DEL JUEGO SIMBÓLICO

Alrededor de los 2-3 años los niños empiezan a tener la capacidad de utilizar símbolos para representar objetos que no están presentes físicamente. Es decir, si se ponen a correr por el pasillo imitando una sirena puedes estar seguro que son bomberos realizando un rescate. Los disfraces favorecen este tipo de juego simbólico con el que imitan las actividades de los adultos. El juego simbólico les permite expresar la realidad como ellos la entienden y modificarla, también les ayuda a enfrentarse a sus miedos: poner vacunas a los muñecos es un clásico del juego simbólico.

Con el juego simbólico los peques pueden ponerse en el lugar del otro. Esta es una gran herramienta para resolver conflictos, aprender a negociar y potenciar la empatía de los pequeños. Lo saben muy bien en los coles donde suelen tener un rincón con disfraces para que los peques puedan jugar y expresarse libremente. A medida que crecen su capacidad de juego simbólico se hace más compleja y sofisticada. Así también ayuda al desarrollo de otras áreas cognitivas como la memoria y la imaginación. ¡Y es que jugar les ayuda a crecer!

 

PROTAGONISTAS ACTIVOS

Disfrazarse no significa comprarse un disfraz y ponérselo. Disfrazarse implica toda una sucesión de decisiones y favorece una actitud activa de los niños y niñas. Primero deben decidir de qué quieren disfrazarse, después cómo van a disfrazarse y finalmente, podemos ayudarse a realizar su disfraz. No hay nada más satisfactorio para los peques que aprender a hacer cosas por ellos mismos.

Así, si es demasiado pequeño para recortar su máscara de la cartulina, siempre podrá pintarla. Favorecer que los peques sean protagonistas activos es bueno no solo para su desarrollo emocional, ya que les aporta seguridad y construye su autoestima, sino que también les permite desarrollar sus habilidades y su destreza.

 

LA AVENTURA DE LA LIBERTAD

Después de todo esto, ya sabéis cualquier momento es bueno para disfrazarse. Pero evidentemente, Carnaval es un momento ideal para que los peques puedan compartir con los adultos todos estos conocimientos y aventuras que les aporta disfrazarse. Carnaval es una época para que todos vayamos un poco más allá de nuestros límites y nos dejemos llevar por la aventura. Y recordad, si con tanta libertad y emoción nos damos algún que otro golpe siempre podemos recurrir a los productos Nosacalm.

 

 

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